BibliasPreguntasTeología

¿Qué significa “nuda Scriptura”?

Una respuesta breve al biblicismo

Cuando hablamos de sola Scriptura surgen las siguientes preguntas: ¿Quién decide lo que la iglesia debe de creer y practicar? ¿A quién deben sujetarse los líderes y los miembros de la iglesia? ¿Quién es el juez último en todas las cosas?

Un gran número de pastores, teólogos y pensadores de la Reforma contestaron a las preguntas planteadas con un criterio claro y unánime: la Palabra de Dios, y nadie más —ni siquiera un ángel—, debe establecer artículos de fe. Por eso la sola Scriptura fue el llamado a volver a las Escrituras como nuestra fuente suprema de autoridad, pero no la única, a la que todas las demás autoridades deben someterse.

Sin embargo, algunos han malentendido el significado de esta afirmación hasta el día de hoy. Por eso es importante aclarar por qué sola Scriptura no es lo mismo que nuda Scriptura.

El significado de nuda Scriptura

Nuda Scriptura significa que las Escrituras son la única regla de fe y conducta que excluye cualquier otra fuente escrita de enseñanza para la iglesia, como credos y confesiones. A esto también se le conoce como biblicismo.

Ahora bien, si los cristianos protestante y reformados creemos en la sola Scriptura, ¿por qué no creemos en la nuda Scriptura? Porque sola Scriptura no es un asunto de exclusividad, sino de autoridad suprema.

En otras palabras, abrazar el principio de sola Scriptura no es excluir los credos y confesiones establecidos en los concilios oficiales. Sin embargo, todos ellos deben ser sometidos a la Palabra de Dios.

Los artículos de fe constituyen lo que la iglesia debe creer y abrazar. Estos solo pueden ser considerados como tal siempre que su fuente sea la Palabra de Dios. Como explica el teólogo reformado Cornelis P. Venema: «Los pronunciamientos dogmáticos de la iglesia siempre deben resistir la prueba de la Escritura y deben ser revisados donde están en desacuerdo con la enseñanza de las Escrituras» (Fundamentos teológicos de la Reforma, p. 178).

El intento de leer las Escrituras separado del contexto de la iglesia, la comunión de los santos y su historia, es lo que se conoce como biblicismo puro. El mismo Erasmo de Rotterdam acusó equivocadamente a Lutero de biblicismo: «Lutero no admite la autoridad de ningún escritor, por más reconocido que sea, sino que escucha solamente a las Escrituras».

Sin embargo, los reformadores no evitaron o desecharon todo lo que produjo y creyó la iglesia que los antecedió, sino que —en la medida en que dicha producción era fiel a las Escrituras— la consultaron, siguieron y defendieron constantemente en sus obras.

Los reformadores no promovieron la nuda Scriptura

El movimiento reformado no se acercó a las Escrituras como si fueran los primeros en leerlas. Ellos leían las Escrituras a la luz de la historia de la iglesia y apoyados en el trabajo de otros cristianos. Por eso Lutero afirmó:

He sostenido, y todavía lo hago, una intensa lucha con aquellos fanáticos que someten las Escrituras a la interpretación de sus propios espíritus envanecidos, aparte de la iglesia (La esclavitud de la voluntad, p. 113).

Es preciso detenernos en esto para hacer una aclaración, ya que se ha acusado a la fe reformada de que —al defender la sola Scriptura— promueve un desprecio por los concilios, los credos y las confesiones de la iglesia producidos a lo largo de la historia. Sin embargo, los que creen esto están equivocados.

Para argumentar en contra de un entendimiento biblicista de la sola Scriptura, una de las confesiones más extensas y conciliadoras de la Reforma fue la Segunda Confesión Helvética, la cual afirma:

No desechamos las interpretaciones de los santos padres de la iglesia griegos y latinos, tampoco censuramos sus discusiones y escritos sobre cosas sagradas… siempre, claro está, si concuerdan con las Sagradas Escrituras. Sin embargo, con toda modestia desaprobamos dichas interpretaciones si resulta que son extrañas a las Escrituras o incluso las contradicen. Los padres de la iglesia exigían se examinase su interpretación para ver si estaba de acuerdo con las Escrituras o disentía de ellas y hasta exigían que se aceptase lo concordante y se desaprobase lo disconforme con las Escrituras. Situamos en la misma línea de los padres de la iglesia las explicaciones y reglas de los concilios.

El teólogo Matthew Barrett aclara:

La sola Scriptura se confunde con demasiada facilidad hoy en día con la nuda Scriptura, la opinión de que no deberíamos tener «¡ningún credo, sino la Biblia!». Quienes cantan este mantra creen que los credos, las confesiones, las voces de la tradición y quienes ocupan cargos eclesiásticos no tienen autoridad en la iglesia. Pero esta no era la posición de los reformadores, ni debería equipararse con la sola Scriptura (God’s Word Alone [La Palabra de Dios sola], p. 19).

Por tanto, los reformadores fueron bíblicos en su teología y en su demanda de representar la enseñanza histórica de la iglesia cristiana, reconociendo el valor de escuchar tal enseñanza a la luz de la Palabra en donde leemos que a Dios le ha complacido dar maestros a Su pueblo (Ef 4:11-12).

Un llamado a comprender y vivir la sola Scriptura

Uno de los peligros al estudiar la historia de la Reforma y la teología resultante de sus pensadores es que podemos verla de lejos como meras lecciones de historia, sin que esto nos afecte realmente.

Sin embargo, el principio de sola Scriptura debería seguir moldeando nuestras vidas hoy; sobre todo, cuando vemos la tendencia de nuestros corazones a seguir nuestra propia voz, y no la voz de Dios (lat. vox Dei). Esto, debe hacerse sin despreciar los concilios, credos, confesiones y libros que teólogos, pensadores y hermanos en Cristo han escrito para el bien de nuestras almas; pero siempre teniendo, como fuente máxima, la Palabra del Señor.

Que el Señor nos ayude a vivir conforme a Su Palabra, por medio de Cristo. A Él sea la gloria por siempre.

Acerca del Autor

0.00 avg. rating (0% score) - 0 votes
Mostrar Más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Verifique también
Close
Back to top button